Apuntes sobre el pensamiento y la visión I

     

por H. D. (Hilda Doolittle)

        Hay tres estados o manifestaciones de vida: cuerpo, mente, consciencia.
       El fin de hombres y mujeres de mayor desarrollo es el equilibrio, la mesura, el crecimiento de los tres de una sola vez; el cerebro sin fuerza física es una manifestación de debilidad, una enfermedad comparada a la expansión de un cáncer o tumor; el cuerpo sin una razonable cantidad de intelecto es un bulto vacío y fibroso de glándulas tan feo y pequeño para ser deseado como el cuerpo de quien padezca elefantiasis u obesidad mórbida; la consciencia sin el equilibrio de los dos es locura y una persona desarrollada debiera tener tanto respeto como un maniaco razonable y nada más.


     La mayoría de los hombres y mujeres razonables, normales, iguales y equilibrados necesitan y buscan, en determinados momentos de sus vidas, relaciones físicas ciertas y definidas. Hombres y mujeres de temperamento, músicos, científicos, artistas especialmente, necesitan este tipo de relaciones para desarrollar y proyectar sus talentos. No desear y hacer todo lo posible para no desarrollarse a lo largo de estas líneas físicas naturales, lisia y empequeñece el ser. Rehuir, negar y menospreciar tales experiencias es enterrar cuidadosamente el talento de alguien en una servilleta.


        Cuando un científico creativo, un artista o filósofo ha estado por horas o días trabajando, su mente, a menudo, asume casi un carácter físico. Esto es, su mente se vuelve en realidad su cuerpo. Su consciencia se convierte en su cerebro. 
       Cuando Leonardo da Vinci trabajó, su cerebro era Leonardo; su personalidad, Leonardo da Vinci. Él, definitivamente, observó las caras de muchos jóvenes, bebés y jóvenas con su consciencia. "La Virgen de las Rocas" no es una imagen. Es una ventana. Miramos a través de una ventana a un mundo de consciencia pura. 


        Si pudiera visualizar o describir esa consciencia en mi propio caso, debería decir esto: me parece que una capa está sobre mi cabeza, una capa de consciencia sobre mi cabeza, sobre mi frente, afectando un poco mis ojos. A veces cuando estoy en ese estado de consciencia, las cosas alrededor mío aparecen ligeramente borrosas como si se vieran bajo el agua.
      Las cosas ordinarias nunca serán muy irreales ni desproporcionadas. Solo es un esfuerzo para reajustar, para concentrarse, semejando un ligero esfuerzo físico.


        Esa consciencia parece una capa, como el agua, transparente, líquida, sin embargo, con un cuerpo definido y contenido en un espacio determinado. Es como un alga marina madura, una medusa o una anémona.
         En la consciencia, los pensamientos pasan y son visibles como los peces nadan bajo agua clara.


     La oscilación de la consciencia normal a la consciencia anormal está acompañada por una demoledora e incómoda agonía mental.


      Debo decir -para continuar con la metáfora de la medusa- que los tentáculos largos bajan y atraviesan el cuerpo, y se mantienen de pie en relación tanto con el sistema nervioso como con la consciencia, así como con el cerebro o el intelecto.
       He aquí, entonces, un conjunto de super-sentimientos. Esos sentimientos se extienden fuera y alrededor nuestro; como los largos y flotantes tentáculos de las medusas estirándose y atravesando su cuerpo. Ellos no son de distinto ni extraño material, como los brazos y piernas son ajenos a la materia gris del cerebro. Los super-tentáculos son parte de la super-mente, como los tentáculos de las medusas son la medusa en sí misma, elongada en hilos finos.
        Primero me di cuenta de este estado de consciencia en mi mente. Lo visualicé como tal, luego centrado en la zona amatoria del cuerpo o ubicado como un feto en el cuerpo. 
           El centro de la consciencia, ya sea el cerebro o la zona amatoria del cuerpo.


          ¿Es más fácil alcanzar este estado de consciencia para una mujer que para un hombre? 
     Para mí, fue antes del nacimiento de mi hija que la consciencia de medusa parecía venir definitivamente al campo o al reino del intelecto o el cerebro.


         ¿Son estos estados de consciencia de medusa intercambiables? ¿Deberíamos ser capaces de pensar con el útero y de sentir con el cerebro? 
    ¿Puede esta consciencia centrarse por completo en el cerebro o enteramente en el útero o correspondiendo con la zona amatoria del cuerpo de un hombre?


         La visión es de dos tipos: visión del útero y visión del corazón. En la visión del cerebro, la región de consciencia está por sobre y alrededor de la cabeza; cuando el centro de la consciencia se cambia de posición y la medusa está en el cuerpo (en mi caso lo visualizo posicionado en el lado izquierdo con los transmisores o los tentáculos emitiendo señales al cerebro), tenemos la visión del útero o la visión amorosa.


          La mayoría de los sueños y de las visiones cotidianas son la visión del útero.
          El cerebro y el útero son ambos centros de consciencia, igual de importantes.


          La mayoría de los denominados artistas de, hoy han perdido el uso de sus cerebros. No hay forma de llegar a la consciencia, salvo a través del intelecto. Para llegar al mundo de la visión consciente de cualquier otra forma, es ser el ladrón que escala hasta el aprisco.
        Creo que hay artistas por venir en la próxima generación, algunos de ellos poseerán el secreto de usar sus consciencias.


        Los artistas conscientes usualmente vienen en grupo. Esto se dio en los grandes italianos: Verrochio, Angelo, Ghiberti, el montón que precedió y siguió a Da Vinci, incluyendo estadistas, exploradores, hombres y mujeres de desarrollo curioso y sensible.
        Estuvo también el gran grupo ateniense: los dramaturgos, Sócrates, los artesanos, los hombres y las mujeres, sus seguidores y amantes. 


           No hay grandes épocas en el arte sin grandes amantes.


          Toda la doctrina de la visión de Sócrates fue una doctrina de amor. 
          Debemos estar "enamorados" antes de que podamos entender los misterios de la visión. 
          Un amante debe elegir a uno del mismo tipo de mente suya, un músico a un músico, un científico a un científico, un general a un joven también interesado en la teoría y práctica de las armas y los ejércitos.
          Empezamos con la simpatía del pensamiento.
          Las mentes de los dos amantes se funden, interactúan en la simpatía del pensamiento. 
        El cerebro, inflamado y excitado por este intercambio de ideas, asume su rol de consciencia, se convierte (como he visualizado en mi propio caso) en una medusa, ubicada sobre y alrededor del cerebro. 
          La zona amatoria está excitada por el aspecto o la belleza de quien se ama; su energía no disipada en la relación física, asume su rol de mente, y se convierte en este útero-cerebro o cerebro amatorio que he visualizado como una medusa dentro del cuerpo.
          El cerebro amatorio y el sobrecerebro son capaces de pensar. Su pensamiento es visión. 


          Todo el mundo tiene la posibilidad de desarrollar esta visión. 
        La consciencia es como el cristal de unos binoculares de ópera. Cuando somos capaces de usar este cristal de consciencia, la visión del mundo en su totalidad se abre a nosotros. 
          He dicho que la consciencia es un cristal. Debo decir que, con mayor precisión, la mente amatoria y la consciencia son dos cristales. Cuando éstos están debidamente ajustados, enfocados, ellos traen la visión del mundo a la consciencia. Los dos trabajan separados, perciben separados, aunque crean una sola imagen.


          El místico, el filósofo se contentan con contemplar, examinar esas imágenes. El dramaturgo ático las reproduce para hombres no tan dotados. Él se da cuenta que todo el tiempo esas no eran sus ideas. Esas ideas son eternas e invariables, y solo se hizo consciente de ellas, dramas ya concebidos que él vio; la memoria es la madre, engendradora de toda la dramaturgia, ideas, música, ciencias o canciones. 


       Podemos entrar al mundo de la consciencia directamente, a través del uso de nuestro cerebro consciente. Podemos entrar en ella indirectamente, de otras formas. Cada persona debe trabajar su propio camino.
        Ciertas palabras y versos de los coros áticos, algún desperdicio de los dibujos de Da Vinci, el cochero délfico, tienen un efecto definido e hipnótico en mí. Todos ellos marcan, para mí, entradas directas y claras al sobre-mundo de la consciencia. Sin embargo, mi vía de aproximación, mis señales no son las tuyas.


         Mis señales no son las tuyas, pero si hago resplandecer mi propio sendero, podría ayudarte a ganar la confianza y el impulso para salir de la oscuridad, la muerte, la vejez, el viejo mundo explorado miles de veces, el mundo muerto de las emociones y pensamientos sobretrabajados. 
        Sin embargo, el mundo de los grandes artistas creativos nunca muere. Las nuevas escuelas de teóricos del arte destructivo están en el tramo equivocado. Porque Leonardo y los de su tipo nunca envejecen, nunca mueren. Su mundo nunca está explorado, incluso veo difícil que se haya ingresado en él. Porque necesita una consciencia o un ligero resplandor de la inteligencia consciente para entender la inteligencia consciente.


        El cochero délfico tiene, como he dicho, casi un efecto hipnótico en mí. La curvatura en sus brazos, lo afilado de su mentón; sus pies ya sea planos, ligeramente separados, son un pedestal firme para sí mismo; la caída de su ropaje, en precisión geométrica; y los ángulos de la ropa apelmazada en su cintura. 
            Todo esto no es "inspiración", sino trabajo cerebral puro y duro. 
            Esta figura ha sido creada con una fórmula que llegó al consciente o al inconsciente. 
         Si tuviéramos el correcto orden en nuestros cerebros, recibiríamos un mensaje definido de esa figura, como puntos y líneas contados por una estación receptora, recibidos y traducidos en un pensamiento definido por otro centro telegráfico.
        No hay problema sobre el arte. Hay suficiente belleza en el mundo del arte, suficiente en los fragmentos y el casi perfectamente preservado cochero en Delfos que solo rehará el mundo. 
            Queremos centros de recepción para puntos y guiones. 


            Se dijo que Da Vinci enloquecía si veía el rostro de un niño en Florencia o un pájaro enjaulado o un niño con el pelo rubio cayéndose o parándose como un espiral apretado, semejante al trabajo del orfebre que él aprendió con Verrochio. Da Vinci enloqueció por las líneas del dorso del pájaro o el hombro del niño o el pelo del niño, las que obraron sobre él, como los trazos de una estatua hicieron al cochero y que obrarían sobre nosotros si tuviéramos un cierto orden del cerebro receptor. 


        Dos o tres personas, con cuerpos saludables y un correcto orden de sus cerebros receptores, podrían dar un giro a toda la tempestad del pensamiento humano, podrían dirigir los rayos de poder eléctrico a cortar y destruir el mundo del pensamiento turbio y muerto. 
          Dos o tres personas reunidas en nombre de la verdad, la belleza, la consciencia, podrían traer toda la fuerza de ese poder de regreso al mundo. 


            Es cierto que, en el año 361 de nuestra era, los galileos conquistaron Delfos. Eso ocurrió porque la mentalidad helénica perdió por completo el secreto de los puntos y los guiones. La fuerza eléctrica de las líneas y los ángulos del sacerdotal cuerpo del cochero siguieron revelando su mensaje, pero no había quien lo recibiera. 
            Los galileos conquistaron porque él fue un gran artista como Da Vinci. 
           Una canasta para peces volteada sobre la arena o una vela en un candelero o una moneda romana con una cabeza de rey poco pulcra podían excitarlo y darle ideas, como el pájaro o el rostro del niño o el pelo rubio del niño le dieron ideas a Da Vinci. 


            Los galileos se enamoraron tanto de cosas como de personas. Él se enamoró de una gaviota o de una garza lacustre que se lanzó desde el grueso césped lacustre cuando Pedro saltó para arrastrar su gran bote a la orilla, o los pajaritos de lomo moteado comprados en el mercado por los judíos pobres. Entonces, habría mirado a Pedro con su gran cabeza antigua y al joven Judas con su mirada intensa, y repentinamente diría: "Ah, pero sus rostros, sus rostros son más hermosos, más cargados con ideas, con líneas que sugieren y me llevan a tocar con el mundo del pensamiento consciente, más que varios, varios gorriones". 


          Él miró a los lirios azules y a los lirios bermellón que crecían bajo las cálidas dunas en el invierno sureño por horas y horas. Si él hubiera cerrado sus ojos, habría visto cada fibra y punto de azul o bermellón. Él habría respirado la fragancia con el viento y la sal. Él habría descansado por días junto a las orillas de los lagos marinos. 
     Luego, en el pueblo, habría alguna tragedia y él habría enviado a sus amigos y parientes quejumbrosos al carajo. Él se habría enojado, mientras miraba el rostro de la niñita, que ella estaba rodeada de tal fealdad. Él la habría mirado por un buen rato porque la belleza de la pequeña, de nariz respingada y párpados, su pelo pegado como algas a su fino cráneo pequeño, sus manos blancas. A él le habría gustado quedarse mirándola por horas, como a los lirios azules. Pero él estaba asustado de que podía ser interrumpido, otra vez, de súbito, con sus pesadas y negras ropas, y sus voces horribles. Entonces, él dijo: "Hija, te pido que te levantes".

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