Terrorismo poético


La novela más no-velada: apuntes de combate. Equinoccio de primavera, Hay una existencia que empieza a gestarse. Un cordón umbilical que se rompe para respirar la luz del sol, qué. Sí, vale la pena seguir luchando. Contra la invisibilidad y el entramado de violencia psíquica provocado por el caos. Dígase principio, orden, entropía. Dígase sinergia. No se diga ni dios ni bosón de Higgs. Ahora, dígase cosmos. La conciencia es el poema más hermoso que la naturaleza pudo escribir sobre los seres humanos. Ahí su llave para trizar la ley y las tablas que bajaron desde el Sinaí. Las ideas que te vendieron sobre el bien y el mal. La forma de ver las cosas como Shahriar y Scheherezade, como Adán y Eva, como Cronos y Zeus, como Abel y Caín, como el bien y el mal, una serpiente y un dragón que luchan. Una completa venta. Y desde ahí, los hilos para que desconfíes de tu cuerpo y tu mente. Los hilos para que desconfíes de lo que vas haciendo. Las palabras del asco se metieron en una cajita que de vez en cuando se te oculta para decirte lo pecador que eres. Acto seguido, te aburren con la diferencia entre civilización y barbarie, entre riqueza y pobreza. Te pusieron hartas fobias en el procesador de cabeza. Lo peor de todo es que te metieron algunas palabras a la fuerza como revolución y justicia, cuyos campos semánticos no se entienden muy bien. La política es una política del sueño. De quedarse dormidos, ya no. De seguir avanzando en un mar de mundos posibles. Hemos dicho que hay una guerra contra la imaginación. Policía y autoritarismo contra la palabra. Porque la palabra ha cobrado poder. Y el poder ha tomado palabra. Hay alguna forma de salir de aquí, de este juego de golpes paleolíticos de egoísmo sin cesar y relojes que te van pateando en los genitales. Hay. Ser un agente del caos. De ir detonando los códigos ya escritos sobre las flores, los símbolos y las certezas ya asumidas. Es tiempo de destruir los monolitos que han permanecido agrietados durante un siglo. Y de separar lo que es prescindible de lo relevante para seguir con vida. La renuncia se hace hasta el origen. Para no buscar ni codiciar el poder, sino liberarlo. Las obras son irrelevantes en este momento. No hay falta ni exceso de visión. Convoca un_s cuant_s y vayan tomándose la palabra porque es gratis, es tuya, es mía, es nuestra, es vuestra, es de otras personas gramaticales. Y una palabra, no te olvides, no es plural, que el plural horada y corrompe. Esculpe las nubes que usarás para huir ni tampoco te sientes en la mesa de los que no te dejan -realmente- comer. Hay tácticas radicales. No promuevas el uso de estupefacientes, consúmelos en privado, cuando quieras. Por un instante, en tu alucinación de fin de semana, clandestina, en privado, como un ejercicio íntimo de resurrección, el imperio va estar cayendo y los niveles de lucidez serán un caos que tendrás que redireccionar de alguna manera. Escribe, traduce, transmuta. Junta en una licuadora los AK-47, las granadas y granadas; prepara una pistola que dispare absenta. Y que tus poemas no sean poemas, no sean pequeñas bombas molotov. Sino que tu obra sea una bomba de racimo que puedas arrojar sobre una ciudad tan grande como el Antiguo Distrito Federal, Londres, París o Pekín. No te preocupes cuál. El radio de la explosión estará determinado por la cantidad de pólvora y fuego que quieras ver divirtiéndose. Acuérdate que la fuerza y la sustancia están dispuestas para ser robustecidas, conmovidas y organizadas por un objetivo común. De lo recíproco, funde pensamiento y melodía en un solo cauce, en un solo río que vaya a hacer un tsunami en el mismo mar de tus enemigos. Pensamiento y melodía en pequeñas y letales dosis. Algo que pueda generar un ánimo festivo, estético, emotivo y un trance de hiperconsciencia que nos lleve a la sanación y a la herida, al decir y al contradecir para confundir la mente con el cuerpo. En el lado simbólico de la violencia que ejercen las palabras -por sí solas- sin necesidad de articularse en una forma o hacer morfología de la guerra o del deseo (¡no abandones el deseo! ¡Deja la inercia!) pon tres bolitas a rodar. Una que diga poesía, otra que diga poeta y la última, digamos, con el nombre de poema. Haz un gran cadáver, uno que no pueda ser olvidado tan fácilmente, uno que demore cuando lo construyas como caballo de Troya y lo pongas a quemar mientras los pensamientos y las emociones que te has ocupado de concentrar desconcentrándolas caigan sobre la ciudad como la bomba de racimo que antes dije. No digas vanguardia que eso es de la historia del arte, de un materialismo dialéctico que parece momia. La reencarnación es probable. Si no reencarnas es porque no podrás hacerlo de nuevo. Ya lo hiciste demasiado mal. Y siempre en tu mente. En el papel, se puede editar cuanto sea necesario. La literatura saca la mayor parte de su odio al cuerpo cuando no va agitando los nervios. Si te incómoda, quedátelo. Y en la diversidad, unión. Unificarse hoy para no separarse el día de mañana. Ni que sea un gran sueño, en esta hermosa fascinante y colosal GESAMTKUNSTWERK (obra de arte total) como para luchar en el día del juicio final, de los jinetes apocalípticos que nos pillen confesados. Un poema ya no será un cinturón de explosivos falsos, salchichas que simulan ser otra cosa. El o la poeta no es fingidor ni fingidora si ya no se angustia por editar hasta su propia vida. El poema es orgasmo, que no se finge. Se llega a una especie de nirvana. Cuando lo leas en público, di que eres un criminal y prepárate para actuar como tal. Los que están en frente aceptarán que son tus palabras y tu propia responsabilidad. Y como buen bandolero, atraca el botín esperado. El poder de la palabra y la palabra del poder. Acaba con los márgenes, hazte de los medios de comunicación. Ya no sigas en el samizdat eterno del pasquín, la gaceta, el fanzine. Hazlo todo en tiempo real. Usa la red contra la red. Los ojos de los muertos como los ojos de los vivos. Que no le temas a los ángeles ni al dinero, todo puede ser empleado en pos del relámpago que te dibujas en la cara -no para parecer David Bowie- sino para rehacer el mundo de acuerdo a un deseo tanto local como universal. El del corazón. O de ahí, un salto cuántico para abandonar la identidad, abrazar al que se dice distinto e ir pensando las luchas y revindicaciones como consciencia de algo mayor, como haciendo parte de lo tuyo a los que te quieren ver feliz. La poesía es un conjuro. Una pócima para beber en tiempos de agitación. Es una crítica constante del lenguaje. Una reconstrucción de lo que se dice escatológico y que nos manda al mismísimo fin. Ya lo saben el fin del mundo no es el fin del capitaloceno. Esto te va a seducir mientras te sientas joven, con vigor y potencia sexual. Hasta que tu mente quiera comenzar un combate contra sí misma y poniendo al sistema contra el mismísimo sistema. Lucifer contra Lucifer. En esa religión, siempre está la guerrilla. Da la orden y actúa en foco. No lo hagas sol_. Vamos por la experiencia que no sea ni la nostalgia del pasado ni la nostalgia del futuro. Todo lo que digo es porque nos prometieron que seríamos como los supersónicos y aquí estamos sucumbiendo al miedo que produce una enfermedad contagiosa que la comparamos con una peste. El problema es la información. Terrorismo sobre la información, sobre lo que nos dicen deseable. Cuando nos comparan una infección respiratoria con una peste letal o un desgobierno con el hitlerismo. Estamos perdidos en ese abismo donde no hay hechos sino emociones. El área del simulacro es el feudo donde te alimentas del lenguaje que programan otros. Sé tu hacker favorito.

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